Cuando
los bacilos entran en el organismo, se extienden y desencadena la respuesta
inmune del huésped, que puede demostrarse mediante la ‘prueba de la tuberculina’ o de Mantoux. Esta prueba consiste en la administración intradérmica, en la
cara anterior del brazo, de un derivado proteínico del bacilo. A las 72 horas
de su administración se valora la reacción local generada.
A las embarazadas se les practica
sistemáticamente una prueba cutánea para detectar la presencia de tuberculosis
(prueba de tuberculina). Si se observa una reacción positiva, se debe realizar una
radiografía de tórax.
A los niños cuyas madres les ha dado
positiva la prueba de tuberculina también se les practica este análisis. Sin embargo, algunos niños tienen
falsos resultados negativos. Si se
sospecha de una tuberculosis, se envían al laboratorio muestras de líquido
cefalorraquídeo (líquido que baña al encéfalo y a la
médula espinal) y de líquido de los conductos
respiratorios y del estómago para su cultivo. Una radiografía del tórax suele
mostrar si los pulmones están infectados. Puede ser necesario realizar una
biopsia del hígado, de algún ganglio linfático o de los pulmones y de la
membrana que los rodea (pleura) para confirmar el diagnóstico.
Hace tres años se daban noticias de una nueva prueba para detectar la enfermedad más precisamente y rápidamente sin necesidad de tantos estudios. Pero parece que la investigación se quedó atrás.
Artículo de la noticia: http://www2.esmas.com/ipad/200956/
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